Es curioso que, en nuestros días, y especialmente en el mundo de las artes marciales, haya gente que se consideren grandes maestros, simplemente porque, según ellos, llevan muchos años dando clases.
En nuestra escuela creemos que las artes marciales y, especialmente, el karate Kyokushinkai/Shinkyokushinkai es un largo camino de aprendizaje sin fin, y en concreto de autoaprendizaje.
Esta idea no es para nada novedosa ni ocurrencia nuestra, y por esta razón me gustaría transcribir parte un post de otro blog que hace años leí y de donde se me quedó grabada la frase: ANCORA IMPARO. (https://blog.agirregabiria.net/2005/11/ancora-imparo.html)
Según la historia, Miguel Ángel Bounarroti, grandísimo artista del Renacimiento, que pintó la bóveda de la Capilla Sixtina o esculpió estatuas como el David o La Piedad; cuando a los 87 años le alababan por su trabajo, él respondió con la frase ANCORA IMPARO, que significa, “aún aprendo”.
Siglos antes a la frase de Miguel Ángel, Sócrates postuló su famoso “SOLO SE QUE NO SE NADA”.
Y siglos después, Miguel Unamuno escribía el poema:
“Sólo sé, que no sé nada;
los demás no saben más;
sólo sé que la jornada,
va sin rumbo ni compás.
Sólo sé que nuestra herida,
que mata, es un no sé qué;
sólo sé que el alma henchida
vive no de agua, de sed”.
En el mismo sentido, cuando al gran Pau Casals, le preguntan que por qué con 85 años seguía ensayando cuatro o cinco horas diarias, respondió: "Porque tengo la impresión de que estoy haciendo progresos".
A miles de kilómetros de aquí, Henry Ford siempre recalcaba: “Quien detiene su formación se convierte en anciano, sea a los veinte o a los ochenta años. Quien sigue aprendiendo se mantiene joven por siempre”.
Y volviendo a las artes marciales, tenemos el concepto SHO SHIN, que es un concepto del budismo zen y las artes marciales japonesas, que significa “mente de principiante”; o como solemos traducirlo “el espíritu del cinturón blanco”.
Diferentes épocas, diferentes lugares, diferentes culturas; y todas las ideas se basan en lo mismo: no dejar de aprender.
Sin ir más lejos, hace años, charlando con mi amigo Shihan Daniel Sánchez, cuando le pregunté por qué iba a cursos de gente que, bajo mi punto de vista, no eran muy buenos maestros, me dijo: “Jose, siempre se aprende. Incluso de los malos maestros, ya que de ellos aprenderás lo que nunca has de hacer o enseñar a tus alumnos.”
O hace poco, hablando con otra gran amiga, Shihan Inma Márquez, también me recalcaba: “Jose, ¿sabes cuál es “nuestro problema”? Que somos los eternos aprendices.”
O mi maestro, Shihan Sergio Hernández, me comentaba el otro día: “Llega un momento en que un practicante no puede pretender subir de grados solo por llevar tiempo de práctica. Ha de investigar, ir más allá.”
A día de hoy, en nuestra escuela estamos orgullosos de ser eternos aprendices. Por eso animamos a todos nuestros alumnos y a quién se haya sentido identificado leyendo estas líneas, que no dejen de aprender, que investiguen, que pregunten, que sientan curiosidad, que no se acomoden con lo que saben; ya que solo así podrán mantener el SHO SHIN.
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