Hace dos meses y medio me rompí el tendón de Aquiles. Por suerte, enseguida me operaron y ahora ya estoy en proceso de recuperación. Para aquellos que no lo saben, es una lesión que requiere de mucho tiempo para recuperarse (de 4 a 6 meses para volver a hacer deporte), lo que quiere decir, mucho tiempo para pensar o reflexionar.
Con este historial, acabas sintiéndote como Samuel L. Jackson en la película El Protegido, donde interpreta a aquel villano que sufre una peligrosa enfermedad que provoca que se debiliten sus huesos y articulaciones, que hace que su esqueleto sea extremadamente frágil.
Después hablas con compañeros y conocidos, incluso médicos, y te dicen que son lesiones habituales en deportistas; mucha gente ha sufrido esguinces, capsulitis, roturas de LCA o triada, y rotura del tendón de Aquiles.
Entonces, siendo como soy, intento analizar por qué ha podido pasar para evitar que me vuelva a pasar, y sobretodo para evitar que le pueda pasar a mis alumnos.
En mi caso, me dijeron que seguramente ha sido una suma de sobrecarga, tensiones acumuladas y la edad. Tras el análisis, me planteo que he de ir más calmado, realizar bien los entrenamientos y las clases, con su calentamiento, sus estiramientos; intentar comer mejor aún; descansar lo suficiente; etc...
Pero luego, al seguir dándole vueltas a la cabeza y buscar en la red, ves casos como el de David Beckham o Kobe Bryant, deportistas de alto nivel, con preparadores físicos específicos, nutricionistas, médicos, fisioterapeutas, etc. que en su día también se rompieron el tendón de Aquiles. De manera que todas las conclusiones, acaban en el garete.
Y aquí es donde vuelvo a mirar hacia el país del Sol Naciente, que tanto admiro, y enseguida encuentro una respuesta: KINTSUGI; el arte de reparar piezas de cerámica rotas con oro.
Gracias a este arte, aprendes a ver la belleza de las cicatrices. La rotura no es el final, sino simplemente un bache en el camino, una nueva historia que contar, que servirá para volver más fuerte, con una nueva lección aprendida y con más ganas.
Seguramente, si me hubiera quedado sentado en el sofá de mi casa, no me hubiera pasado nada de todo esto; pero tampoco tendría nada que explicar. Después de haber pasado por una pandemia, con confinamiento incluido, creo que es importante aprender a valorar todo lo que vivimos.
Así que si en algún momento te encuentras en una situación similar, recuerda que lo importante es que lo puedas contar y que al final todo pasa; simplemente es parte del camino.