Que
vivimos en una era donde impera la “titulitis” no lo vamos a negar, ya que,
seguro que podremos encontrar montones de ejemplos de casos cercanos donde se
oye la frase; “no sabe ni papa pero como tiene el titulo….”. Eso es así y nuestra
cultura es muy de ir mostrando los certificados que se poseen, se sepa o no del
tema.
Pero,
¿qué pasa al contrario? ¿Qué pasa cuando se produce intrusismo en algunos
campos? ¿Cuándo gente sin formación se atreve a enseñar cosas solo apoyándose
en su experiencia? ¿Acaso nos dejaríamos abrir y operar por un médico sin tener
su titulo?...seguro que la respuesta es no. Sin embargo nos dejamos enseñar por
personas sin formación. Por supuesto que hay personas que tienen una
experiencia enriquecida con los años, que se han preocupado por aprender y por innovar
y quizás no han tenido la oportunidad de formarse de manera reglada y eso no
quita que no dominen la materia y puedan dar lecciones, pero son los menos.
Centrémonos
en las artes marciales, incluyendo temas de actividad física, entrenos
funcionales incluso psicología deportiva, etc…donde el intrusismo es exagerado
y la cantidad de maestros se cuentan a centenares.
El
tema va de los “grandes maestros”. De esas personas que avaladas por su
experiencia de años (en muchas ocasiones, años haciendo mal las cosas), se
atreven a abrirse un chiringuito y a impartir su sabiduría a todo aquel que
muestre el mínimo interés. Personas que, además, cuando se encuentran con
alguien que si se ha formado y si sabe de lo que habla, en vez de sentarse a
escuchar y aprender, sacan su escudo y lapidan al que les puede hacer sombra
con frases arquetipo como; “yo no tengo titulo pero he sudado muchas camisetas”
“yo he ido a la Universidad de la vida” o “que me vas a contar a mí, que cuando
tu vas yo vuelvo”.
Cuando
eres joven, tienes la sensación que cualquiera que cuente con un año más que
tú, ya sabe más de la vida y te puede dar lecciones. Y te dejas aleccionar en
muchas ocasiones por las personas equivocadas. Con la edad, echas la vista
atrás y, si eres un poco critic@ contigo mism@, te das cuenta de si te han
timado….o no.
No
somos conscientes de lo peligroso que puede llegar a ser caer en manos de
algunas personas que sin tener ni idea de lo que hacen, están enseñando a otras
e incluso a niños y adolescentes en periodos de su vida muy frágiles.
En
muchos casos, se trata de personas con grandes habilidades para la manipulación
y la habladuría (en otra época bien podrían haber estado vendiendo crece pelos
en el oeste) que cargados de una falsa modestia y una autoestima gigante,
imparten clases magistrales en las que comparten con los pobres mortales su
sabiduría.
Ellos
te dirán que además de experiencia, tienen don de gentes y por eso llenan
clases y tienen alumnos durante años, pero la verdad es que este perfil “vende
humos” suele atraer a personas que quizá se encuentran en un momento vulnerable
y con una determinada necesidad de pertenencia al grupo. Y no nos engañemos,
pertenecer a este tipo de grupos ¡mola! Formas parte de una selección de
personas que sudan juntas, se animan juntas, se pegan y entrenan juntas y esto
prolongado en el tiempo une y crea unos lazos que pasan del compañerismo a la
familia. Es precisamente este vinculo el que aprovechan los “grandes maestros”
para hacerse una pieza imprescindible de esta relación, ya que sin ellos, este
estado de bienestar del que gozan sus alumnos, lógicamente se esfumaría.
Lo
que no son conscientes estos alumnos, es que podrían seguir ese vínculo, esa
práctica o esos entrenamientos, sin necesidad de ese “gran maestro”. La prueba
es que esos vínculos también se crean entre gente que hace Spinning, Zumba o
juega a pádel.
He
escuchado en muchas ocasiones a alumnos adultos, quejarse de su maestro hasta
la saciedad, pero luego seguir adorándolo cuál Dios. Estos casos son
equiparables a aquellas personas que no se atreven a romper una relación de
pareja por falta de valor, por miedo a quedarse solos, etc. A estas personas
simplemente os puedo decir, que hay vida en el más allá.
Por
otro lado, ya no digamos los casos en los que dos o más de estos “grandes
maestros” se juntan y forman organizaciones, de manera que unos apoyan a otros,
conviviendo en una simbiosis mutua que les permite reforzar su legado.
Por
eso, en pleno Siglo XXI, donde la información abunda y está al alcance de
todos, no deberíamos perder nunca el oremus, ni poner en un pedestal inalcanzable
a nuestros “maestros”, ya que la manera más efectiva de aprender en la vida, es
manteniendo una actitud critica y un espíritu curioso, y no dejando que otros
nos impongan sus ideas y su manera de hacer, simplemente porque ostenten uno,
dos, tres o los Danes que sean más nosotros. Si quieres saber, estudia,
fórmate, aprende de los que saben de verdad y escucha siempre varias versiones.
Dudad
siempre de las personas que lo saben todo, que no se dejan enseñar por los
demás, que tienen la verdad absoluta y convierten sus clases en un dogma de fe…
dudad y salir corriendo si podéis.